Santidad

17 de abril de 2017

Levítico 10-11

 

«Yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo». Lv 11.45 (RV95)

 

Jehová es Dios de salvación.  Liberó al pueblo de la opresión de Egipto y les enseñó una nueva forma de vivir.  El concepto de pureza era importante para Dios ya que, como Él es Santo, debía ser adorado y seguido por un pueblo santo (separado, consagrado) para Él.  El pueblo debía estar comprometido de corazón, física, ritual y moralmente.  Implicando esto que Jehová es diferente a los dioses de los demás pueblos, por lo tanto, sus seguidores debían distanciarse de las costumbres y ceremonias que no eran cónsonas con los valores de Dios.

Para nosotros hoy, es importante entender que Dios es Santo y que requiere que vivamos consagrados para Él.  Toda persona creyente y comunidad cristiana está llamada a honrar a Dios en todo lo que se es, se dice y se hace.  A esto le llamamos testimonio, cuya palabra viene de testigo (viene de la palabra mártir o ser fiel a una causa justa; también persona que tiene verdadero conocimiento de algo).  Habiendo conocido y aceptado de corazón a Jesucristo, somos testigos de Él y debemos vivir bajo Sus enseñanzas, de lo contrario solo somos oidores olvidadizos que viven en tradición.  La santidad (proceso que nos lleva a la fidelidad a Dios y sus valores), debe darse en la vida de todos los cristianos en escalada.  Pero si en medio del proceso fallamos, abogado tenemos para con el Padre, Jesucristo el justo (1 Jn 2.1).

 

Oración

Dios y Padre nuestro, perdona nuestros pecados.  Ayúdanos a despojarnos de nuestra pasada manera de vivir.  Renueva nuestra mente y vístenos de la nueva humanidad modelada por Tu Hijo Jesucristo para vivir en justicia y la santidad de Tu verdad (Ef 4.22-24).  Amén.