¡Quietos!- Pan de Vida: 25 de marzo

Muy amados en el Señor, recuerdo en mi niñez escuchar a mi abuela decirme en muchas ocasiones: “muchacho, tati quieto”, queriendo ella decir “estate quieto”. Alguien pudiera juzgar que yo era de esos muchachos que antes eran clasificados como “desinquietos”. Lo que mi abuela me pedía es algo que para nosotros nunca ha sido fácil y que es precisamente lo indicado en los días que vivimos. Ese es también el consejo de Dios contenido en el Salmo 46 y el que Moisés le dio al pueblo en un tiempo de gran necesidad. Hace unos días que escuché al Rvdo. Jaime Rivera Solero predicar sobre este mismo tema y me inspiró. El Rvdo. Rivera es el pastor de la Iglesia Evangélica Unida de Río Abajo de Ceiba y un gran amigo.

Cuando el pueblo de Dios fue libertado de la esclavitud de Egipto se toparon con grandes dificultades en el camino. Recordemos que hay promesas de Dios que debemos conquistar con su ayuda y dirección. Si un joven conoce que Dios lo dirige a una carrera como ingeniero, ello no significa que el diploma le va a caer del cielo. Lo tiene que conquistar. Y tendrá sus dificultades y problemas. Pero la persona con promesa de Dios carga en su espíritu la convicción de que lo obtendrá y al alcanzarlo le dará toda la gloria y la honra al Señor. 

En las salidas de la esclavitud siempre hay oposición. Faraón perseguía con sus carruajes para devolver al pueblo a la antigua esclavitud. Entre todo el pueblo, el más versado en milicia, leyes y gobernanza era Moisés, quien lo estudió desde su temprana juventud en las mejores escuelas de Egipto. Pero en el pueblo todo el mundo tiene derecho a opinar. Y las opiniones de los no expertos venían con autoridad. (Cualquier parecido a la situación presente es pura casualidad). En el capítulo 14 del libro del Éxodo tenemos algunas de esas opiniones: “Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?  ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto”. No sorprendería que alguien estuviese vendiendo trajes de baño y salvavidas. Las opiniones registradas fueron opiniones lejanas al corazón y a la voluntad de Dios. Eran opiniones que sembraban el pánico y la desesperanza en el pueblo. En una situación difícil lo que hace falta es inspirarse en la Palabra de Dios para orientar al pueblo. Si mi abuela hubiese estado allí, les hubiese dicho, con mucha autoridad: “Tesen quietos”.

Quien habló y trajo la Palabra de Dios al pueblo, fue Moisés. Y con esa Palabra de Dios llega la orientación que conduce a la victoria en medio de una gran prueba: “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”. Hay momentos en la vida en que sencillamente hay que dejar que Dios sea Dios y no nosotros tratar de controlarlo todo con opiniones sin fundamento divino. Sustituye el temor por la confianza en un Dios que es fiel, que cumple sus promesas y que se ve a sí mismo como amparo y fortaleza de su pueblo.

El Salmo 46 nos invita a la confianza. Comienza afirmando una verdad que hemos descubierto generación tras generación: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Dios es amparo y fortaleza. Nos podemos refugiar en Él. En la tribulación está cercano y siempre llega a tiempo. “Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah”. Puede llegar un terremoto con un tsunami e inclusive puede desaparecer lo que nos sostiene y aun así confiaremos y no temeremos. Como dice el Salmo 27: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”.

Los últimos dos versículos del Salmo 46 nos exhortan a esperar en ese Dios que es nuestro amparo y fortaleza, en ese Dios bueno que cumple sus propósitos nobles para nuestra vida y dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah”. Estemos quietos porque Dios está en control. Hay quien sale a la calle porque por dentro lo que experimenta es una sensación de desasosiego. La ansiedad no se queda en la casa cuando salimos porque está dentro de nosotros. No se quita con el movimiento, sino con la convicción de que Dios está en control.  Escucha lo que dice la Palabra de Dios en este día: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Es bello estar quietos en la presencia de Dios. Hazte a un lado, deja de opinar cosas vanas y conoce que Él es Dios. Conoce que Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Y el Salmo termina con un Selah. El Salmo termina con un descanso. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Dios tiene un reposo y un descanso para nuestras almas agitadas. Estemos quietos en su presencia, halle nuestras almas amparo y refugio en Él. Estemos quietos ante el Señor.

Si nos inspiramos en su Palabra seremos guía y luz para los demás. Les daremos el consejo de Dios. Si amamos como Cristo, seremos consuelo y paz para quienes necesitan amparo y refugio. Si Servimos en Espíritu y en Verdad seremos las manos y el corazón de Dios para nuestros congéneres. Inspirémonos en la Palabra, Amemos Como Cristo y Sirvamos en Espíritu y en Verdad. Que así nos bendiga el Señor.

Rvdo. Miguel A. Morales Castro

Pastor General ICDCPR