Altar familiar – 28 de abril

Pastor Saúl J. Rodríguez Ramos

Pastor ICDC La Cumbre

Región 7

Escuchar la voz de Dios

Leamos la palabra de Dios en el Salmo 19.1-4 (NVI).

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!”.

Oremos y demos gracias al Señor por las siguientes realidades: por la majestuosidad de Su Creación y por las diversas formas en que la voz de Dios se hace presente en nuestra vida.

Cantemos afirmando lo que pronunciamos en la pasada oración: Cante al Señor

Puede encontrar la canción en YouTube si ingresa: Cante al Señor de Ingrid Rosario o si accede al siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=kIsrX9_ld64 

Mi Cristo, mi Rey

Nadie es como Tú

Toda mi vida

Quiero exaltar

Las maravillas de Tu amor.

Consuelo, refugio

Torre de fuerza y poder

Todo mi ser, lo que yo soy

Nunca cese de adorar.

Cante al Señor toda la creación

Honra y poder, majestad sea al Rey

Montes caerán y el mar rugirá

Al sonar de Tu nombre.

Canto con gozo al mirar Tu poder

Por siempre yo te amaré y diré

Incomparables promesas me das, Señor.

Meditemos:

Todos los seres humanos que nos deleitamos en servir a Dios siempre tenemos una meta en común. La misma reside en poder aquilatar o escuchar la voz de nuestro amado Señor en nuestra vida. Con frecuencia, cuando logramos escuchar la voz de alguna persona que es muy estimada en nuestra vida, la misma se nos hace inconfundible. Es muy probable que usted pueda reconocer la voz de un hijo, de su esposo, de algún familiar o de un buen amigo. Reconocer la voz de alguien es poder disfrutar de una compañía muy querida. Lo podríamos comparar a una invitación al diálogo dentro de un entorno seguro, familiar o conocido. Sin embargo, ¿será lo mismo con la voz de Dios? ¿De qué manera podemos escuchar la voz de un Dios?

Muchas han sido las experiencias en las cuales podemos testificar que hemos escuchado la voz de Dios. Por tal razón, desde la diversidad que encierra esa realidad, queremos repasar los cuatro versículos que leímos al comenzar este devocional. El salmista compartía con alegría una de esas muchas formas en las que Dios habla: la creación. Es hermoso disfrutar de un cielo estrellado, de una luna llena, de un atardecer, o de un incomparable amanecer. Todos los elementos únicos que nos presenta la creación son la evidencia de que ese Dios único tiene la intención de dialogar con nosotros, los seres humanos. Si la creación cuenta la gloria de Dios, si el día y la noche comunican la misma noticia y si esa buena nueva ocurre sin palabras, pero llega hasta los confines de la tierra, entonces somos invitados a disfrutar de la voz del Creador que no siempre suena como estamos acostumbrados. 

Si recientemente tienes el deseo de escuchar la voz de Dios en tu vida, te invito a tomar el ejemplo del salmista, quien pudo escuchar la voz de Dios en la majestuosidad de Su creación. La buena noticia es que puedes tomar algunos minutos para salir al balcón de tu casa, para abrir la ventana del cuarto y observar lo que Dios hizo para cada uno de nosotros. No solamente observes, también toma un espacio intencional de meditación y pídele a Dios que te hable. Activemos nuestra fe para que, desde el aparente silencio, podamos llenarnos de la voz de Dios que llena y llega hasta los confines de la tierra. Desde esa realidad, podrás disfrutar de una manera más en la que se manifiesta la voz de Dios. Por otro lado, afirmaremos la cercanía de Dios a nuestra vida. Así como existen diálogos que nos hacen sentir en confianza y en familia, el diálogo con el Dios de la creación nos permitirá escuchar Su voz en nuestra vida y nos brindará la oportunidad de adorarle una vez más.

Oremos: 

Señor, Dios de la Creación, nos llena de alegría el saber que siempre estás dispuesto a dialogar con nosotros. Tu voz nos permite sentirnos seguros, abrazados y amados por Ti. Permite que podamos afinar nuestros sentidos y la totalidad de nuestra vida para poder prestar atención a las diversas formas en que tu voz se puede presentar a nosotros. Ya sea en la canción, en la plática o en el silencio, nuestro más alto deseo es escucharte y seguirte con alegría. Por eso Señor, confiamos en que, a través de Tu Palabra, podemos escucharte y encontrar todo lo que precisamos para cumplir nuestra meta de seguirte con alegría en nuestros corazones. Bendice a nuestras familias y nuestra iglesia. Afirmamos nuestra disposición y deseo de escuchar al único Dios cuya voz llega hasta los confines de la tierra. En el nombre de Jesucristo oramos, ¡Amén!