Sanidad de recuerdos

20 de marzo de 2017

Génesis 41

«Antes que llegara el primer año de hambre, le nacieron a José dos hijos, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On.  Llamó José al primogénito Manasés, porque dijo: “Dios me hizo olvidar todos mis sufrimientos, y a toda la casa de mi padre”.  Al segundo lo llamó Efraín, porque dijo: “Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción”». Gn 41.50-52 (RV 95)

 

José siguió en fidelidad a Dios a pesar de sus vicisitudes, Dios que es fiel, le sostuvo.  En el kairós (tiempo de Dios), José interpretó un sueño al faraón de Egipto y este viendo las cualidades de José lo puso como gobernador del país.  José vio en su vida el producto de su resistencia, fidelidad a Dios y arduo trabajo.  El Señor le sostuvo y le dio dos hijos cuyos nombres muestran la sanidad de la interioridad de José.  Manasés; los sufrimientos y los recuerdos negativos de la casa de su padre no le dominaría, pues Dios los había sanado.  Efraín; Dios en Su gracia, misericordia y fidelidad, le había prosperado aún en el desierto, es decir, en la tierra de su aflicción.

Cuando nos hacen daño o vivimos en necesidad o dificultades, ¿qué hacemos?  ¿Nos amargamos y llenamos de rencor y desesperanza? o ¿seguimos en pie de lucha cuidando nuestra vida y mente para no envenenarnos y decaigamos?  Dios nos invita y ayuda con Su Espíritu Santo a sanar y cuidar nuestra mente, recuerdos e interioridad.  La Escritura nos recuerda que «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Fil 4.8).  No permitamos que los malos recuerdos y pensamientos nos dominen y entretengan para mantenernos cautivos haciéndonos mal.  Llevémoslos a los pies del Maestro para que nos sane.  Hagamos nuestra parte para ello, recordemos que «Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece» (Fil 4.13).

 

Oración

Padre y Dios nuestro, ayúdanos a recordar que por nada debemos estar angustiados, sino que a través de la oración nos mantengamos conectados a Ti en gratitud.  De tal manera que, Tu paz nos arrope, guardes nuestro entendimiento, corazón y pensamientos (Fil 4.6-7).  Te lo pedimos en el nombre de Jesús.  Amén.