“Oh, yo quiero andar con Cristo”

9 de septiembre de 2016

Romanos 6.15–7.6

«Sin embargo, ustedes ya no son esclavos del pecado.  Ahora son servidores de Dios.  Y esto sí que es bueno, pues vivir solo para Dios les asegura que tendrán la vida eterna» (Romanos 6.22 TLA).

 

El apóstol Pablo puntualiza que de la libertad del pecado («ustedes ya no son esclavos del pecado») a la vida eterna («Dios les asegura que tendrán vida eterna») hay un camino de servicio y vida para Dios y lo creado por su mano («Ahora son servidores de Dios»).

El Rvdo. Martin Luther King, a poco tiempo antes de su muerte, ofreció uno de sus discursos con el mayor de los fervores y de un profundo valor profético.

«Se acercan días difíciles.  Pero eso ahora mismo no me importa.  Porque he estado en la cima de la montaña.  No me importa.  Como cualquier persona me gustaría tener una larga vida.  Pero ahora esa no es mi preocupación.  Yo solo quiero hacer la voluntad de Dios.  Y él me ha permitido subir a la montaña.  Y he mirado, y visto la tierra prometida.  Puede que no llegue allá con ustedes.  Pero quiero que ustedes sepan esta noche, que nosotros como pueblo, llegaremos a la tierra prometida.  Así que esta noche estoy feliz; no me preocupa ninguna cosa; no le temo a ningún hombre.  Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor».

Hemos sido santificados por la sangre del Cordero para vivir al servicio de Dios.  En tiempos de bonanza o escasez, de alegría o tristeza, de vida o muerte, el Espíritu Santo de Dios nos afirma y nos mueve a una sola cosa: «Yo solo quiero hacer la voluntad de Dios».  Servir a Dios es nuestro regocijo.  Jesús dijo «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra».

La vida, más que propósito, es camino.  Camino que invita el andar.  Partimos desde nuestro ayer de servidumbre y caminamos a través del Camino con la certidumbre de que el Padre nos espera en la eternidad.  No caminamos solos, caminamos junto a otros y a otras como «Servidores de Dios», inspirados por la Palabra de verdad.

 

Oración

«Oh, yo quiero andar con Cristo.  De mi senda él es la luz.  Dejaré el perverso mundo y cargar aquí mi cruz.  Este mundo nada ofrece, Cristo ofrece salvación.  Y es mi única esperanza, gozar vida eterna en Sion».  En el nombre de Aquél, que es camino, verdad y vida, Jesús, el Cristo.  Amén.

Autor: David Cortés