No endurezcas tu corazón

23 de mayo de 2017

Deuteronomio 14.22–17.20

«Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite».  Deuteronomio 15.7-8

Cada siete años, había un año de remisión, en el cual no se cultivaban las tierras y los siervos eran libres.  Entre los otros actos de misericordia, se condonaban las deudas de todos aquellos que habían tomado prestado y no podían pagar.  Esta remisión de la deuda se hacía al final del año sabático, cuando no se cultivaba la tierra y no se podía obtener ganancia.  La ley prohibía exigir el pago de la deuda por el tribunal, sin embargo, no prohibía recibir el pago de la deuda de manos del deudor.

Los objetivos de esta ley eran honrar el año sabático, impedir que un israelita cayera en extrema pobreza y afirmar la confianza en la provisión de Dios.  El incumplimiento de esta ley tenía como resultado el aumento en la pobreza y la deshumanización de aquellos menos afortunados.  Sin embargo, se añade una nueva ley a favor de los pobres: aquellos que puedan ayudar a los más desamparados se les ordena a dar según las posibilidades y la necesidad del prójimo.

La Palabra nos enseña a ejercer la caridad, a no endurecer nuestros corazones y abrir nuestras manos libremente para dar a aquellos que los necesiten.  Aprendamos a dar sin esperar nada a cambio en este mundo, nuestra confianza esta puesta en Dios.  Demos alegremente con todo el corazón y Dios lo multiplicará hasta que sobreabunde.  Tengamos la seguridad de que seremos recompensados algún día en la presencia de nuestro Dios, «estuve hambriento y me diste de comer, sin ropa y me vestiste…», «buen siervo fiel…».

 

Oración

Buen Dios, Te alabamos y Te bendecimos.  Venimos ante Ti y Te damos gracias por la provisión Tuya.  Te pedimos que nos uses como Tus instrumentos para ayudar a aquellos menos afortunados.  Reconocemos que todo lo que tenemos te lo debemos a Ti.  Hoy abrimos nuestras manos para dar sin esperar nada a cambio.  Es en el Nombre de Jesús que pedimos esto.  Amén.