La mesa de abuela: comunión con Dios

10 de octubre de 2016

1 Corintios 11.17-34

 

«Así, pues, todas las veces que comieres este pan, y bebieres esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga». (1 Corintios 11.26)

Con el mismo anhelo intenso de comer la Pascua de Jesús, abuela servía la mesa todos los domingos al mediodía.  Alrededor de una sencilla mesa de cuatro sillas, muebles, sillas adicionales que no hacían juego, un banquito de madera y hasta el mismo piso, se escuchaba la música del caldero, las ollas, el sartén y sus tapas.  El can, can de las cucharas del arroz y las habichuelas anunciaban lo que ya los olores anticipaban.  En una combinación de prisa y calma, algunos iban en busca de los platos, otros los vasos, los tenedores, los cuchillos y las cucharas.

“Pásame la carne”, “¿terminaste con la ensalada?”  Alguno con regocijo y alegría exclamaba “¡mami, no te olvidaste de mis patitas y el pedazo de calabaza!”.  Nunca faltaba la pregunta del nieto en búsqueda del pote de ketchup y la bolsa de papel del yerno, que con tono alegre decía “cójanlo suave que aquí les traigo su raja de aguacate”.

Entre el pase y pase de los platos y el disfrute de la comida, se anunciaban las notas sobresalientes, el canasto y la noticia.  Éramos diferentes y a la vez iguales.  La experiencia de sazón y sabores era más que una comida.  Era la oportunidad de semana a semana vivir en amor, comunión y en familia.

Después de comer y volver a comer, porque siempre hay quienes repiten, nos movíamos poco a poco al patio trasero.  Ahora la mesa era un palo de guayaba de donde con un gancho tumbábamos nuestro postre.  Allí nos seguían las muestras de afecto, y de ser necesaria, la palabra de corrección.  Aquella experiencia era el anhelo de todos.  Abuela feliz parecía decir, entre hijos, yernos, nueras y nietos: “porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado”.

Oración

Que siempre haya en nuestros corazones el deseo de compartir lo que, por gracia, de Ti hemos recibido.  Gracias por aquellos encuentros de comunión que son propicios para la proclamación de Tu venida.  Que todo lo hagamos en memoria de Ti.  En el nombre de Aquel que es camino, verdad y vida.  Amén.