La gran pregunta

22 de marzo de 2016:

Mateo 16.13-17.13

 

La gran pregunta

«Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Mateo 16.15 – VRV)

 

En algún momento de la vida todos debemos enfrentarnos a esa pregunta de Jesús: «Y, vosotros, ¿quién decís que soy yo».  Se trata de decisión, de elección y tal vez confrontación.

Esto es así, porque el lugar escogido por Jesús para dirigir la pregunta a los discípulos es Cesárea de Filipos.  Ésta se reviste de especial importancia, debido a que ese lugar estaba invadido por templos paganos.  Se mencionan por lo menos catorce de estos templos.  La atmósfera exhalaba aliento a idolatría.  Y, no solo esto, cerca de ese lugar se encontraba una caverna profunda donde se decía que en había nacido «Pan» el dios de la naturaleza.  Había también un gran templo de mármol blanco construido a la divinidad del César.  De modo, que ahí está Jesús.  En medio de un escenario de fidelidades comprometidas con los dioses de la época, Él pregunta «quién dicen ustedes que soy yo».  El carpintero de Galilea, sin riquezas de este mundo, con doce hombres sencillos a Su lado y seguro de que la gente de la ortodoxia estaba tras Él, tocaba las conciencias motivándoles a que le identificaran.  Es como si Él les estuviera invitando a compararle contra el trasfondo de las religiones  y se decidieran en favor suyo.

Hoy posiblemente, tenemos igual o mayor número de corrientes religiosas.  Las personas están, en su mayoría, embebidos en el deseo de obtener, poseer riquezas, fama y poder.  Los ídolos de este mundo se levantan con fuerza y reclaman soberanía absoluta sobre las personas y sus vidas.  Nuevamente, contra ese trasfondo y en un escenario de marcado materialismo, Él vuelve a preguntar: «¿quién soy yo para ti?».  ¿Qué respondes?

Oración: Señor, cuando pienso en quién eres para mí, me emociono.  Eres la luz de mi vida, iluminando siempre mi caminar.  Has estado a mi lado en todo momento, te reconozco como mi Compañero.  Has enjugado mis lágrimas, convirtiéndote en mi Consolador.  ¡Cuánto enseñas a mi conciencia, Maestro Divino!  Anhelo el gran día cuando esté en Tu presencia y pueda abrazarme a ti, Salvador de mi alma.  Amén.

 

Autora: Rvda. Patria Rivera