“¡Jesucristo: Libertad y Salvación!”

9 de noviembre de 2016

Gálatas 4.12-31

Hermanos, nosotros no somos esclavos de la ley, sino que somos libres”. (Gálatas 4.31ª TLA)

 

Cuando niña, su esclavista le llamó Araminta.  Pero en su espíritu siempre libre, adoptó el nombre de su madre Harriet.  Su vida entera fue testimonio indubitable de resistencia y lucha por la libertad de sus hermanos afroamericanos.  Aquella que fue ocasión de libertad para innumerables hombres, mujeres y niños, a través de misiones antiesclavistas en las que expuso hasta su propia vida, dijo alguna vez:

“Yo he liberado a miles de esclavos y habría liberado miles más, tan solo si ellos hubieran sabido que lo eran” – Harriet Tubman, “Moisés de los esclavos”.

El apóstol Pablo insiste a los gálatas sobre el valor práctico del amor de Dios ofrendado en Su hijo Jesucristo: ¡Libertad y Salvación!  Les recuerda una y otra vez sobre el alcance del mensaje de la cruz y su incuestionable suficiencia de gracia para perdón y salvación de sus vidas”.  ¡Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida!”  En cambio, la necesidad de lo innecesario irrumpió con alguna fuerza a través de un mensaje alterno que llegó a trastocar los cimientos de la verdad compartidos con los hermanos de la iglesia en Galacia y sedujo las mentes y corazones que, ante el camino de la libertad, retrocedieron a la falsa seguridad que ofrecen los viejos caminos.

Para muchos no es suficiente el camino de la confesión que conduce a la fe viva “…si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó del entre los muertos, serás salvo”.  Siempre hay quien hace lectura del don de la libertad y la salvación desde el mérito humano.  Para tales, siempre será necesario hacer algo más.  Nunca será suficiente.

¡Cuidado con quedarnos en el camino por no reconocer quienes somos y Quién “se dispuso a morir, para que Dios perdonara nuestros pecados y nos librara de este mundo”!  ¡Jesucristo es suficiente!  “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

Es necesario abrirnos al acto liberador y salvífico que se produce en nuestro encuentro con Cristo.  Hay que hacer como Harriet Tubman, desprendernos de toda atadura que oprima nuestro valor otorgado por Dios, y en Su nombre y con amor, despertar la conciencia de la esclavitud en aquellos “que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda”.

Oración

Dios, ayúdanos a discernir nuestros tiempos para hacer una lectura atinada de nuestros contextos que claman al cielo por liberación y salvación.  Espíritu Santo de Dios, guíanos a la voluntad del Padre en servicio pleno a nuestro Señor Jesucristo, nuestro Redentor.  En el nombre de Aquel que es Camino, Verdad y Vida.  ¡Jesucristo el Señor!  Amén.

Autor: David Cortés