En medio de una sensación de abandono

Salmos 20-22

«1Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estas para salvarme, lejos de mis palabras de lamento. 2Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.»  Salmo 22.1-2 (NVI)

 

El salmista atraviesa un momento de angustia y tribulación.  En medio de su crisis siente orfandad porque llama a Dios en oración y no recibe respuesta.  Siente que no acude a liberarlo del ataque inmerecido de sus enemigos.  De su ser sale un grito de dolor reclamando la razón de su abandono.  Es significativo que, a pesar de sentir a Dios lejano, el salmista no deja de orar de día ni de noche, buscando respuesta y reposo.  Independientemente de los sentimientos que rodeen nuestra oración, hay que perseverar y hablar con Dios con transparencia, sabiendo que nos ama y entiende nuestra realidad y finitud.  En algún momento nuestra esperanza es ver Su intervención poderosa librándonos de la angustia y dándonos la victoria sobre las fuerzas del mal que se increpan para destruirnos.  Esta experiencia me conecta con el momento que vivió Cristo en el Gólgota.  En la cruz sintió toda la carga de nuestra angustia y dolor.  También el desamparo que puede provocar un momento terrible.  Desde su humanidad también habló con su Padre con trasparencia, le comunicó su sentimiento de abandono frente a una misión compleja y dolorosa.  No obstante, la realidad es que Dios estuvo presente y siempre lo está.  Nos escucha, aunque la inmensidad de la crisis nos ciegue y lo sintamos ausente.  Siempre nos brinda un rayo de luz en la obscuridad más inmensa y una luz al final de un túnel sombrío.  Luego de un proceso difícil podremos entender que fue Su mano poderosa la que nos libró de angustia y nos sostuvo.

Oración

Señor ayúdanos a no perder la esperanza cuando en medio de una crisis Te sentimos ausente.  Permite que podamos perseverar en una oración sincera hasta que veamos cómo Tu mano poderosa nos libra de angustia y nos da la victoria.  Amén.