El hogar como santuario- Palabras de Vida #3

Muy amados en el Señor, hace unos años atrás dedicaba la casa nueva de una amada familia en la congregación que pastoreaba. Recuerdo que les leía el Salmo 100. Les decía que la voluntad de Dios es para nuestra alegría. Dios desea que alcancemos sus buenos propósitos en nuestra vida. Ello no implica que no tengamos dificultades. Significa que nuestra alegría no responde a lo que nos rodea, sino que responde al poder de la presencia de Dios en nosotros y que puede transformar cualquier circunstancia en crecimiento y desarrollo de nuestra fe. El Salmo inicia con un imperativo, el primero de siete: “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra”. El segundo imperativo: “Servid a Jehová con alegría”. El tercer imperativo: “Venid ante su presencia con regocijo”. Cuarto imperativo: “Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado”. Estos imperativos están asociados a la alegría, al regocijo y al reconocimiento de que Jehová es Dios. Hacemos bien en seguir el antiguo consejo: Trabaja como si todo dependiese de ti; ora como si todo dependiese de Dios. Porque en efecto, Jehová es Dios. No es tan importante tener control de todas las cosas que nos rodean, pero es importante que el control ejercido sobre nuestro carácter refleje nuestra fe en el Dios creador y sustentador de todas las cosas.

Le dije a los dueños de la casa nueva que pronto la iban a perder. Si la dedicaban al Señor, ya no sería su casa. Se convertiría en casa de Dios y puerta del cielo. En efecto, nuestras casas y nuestros hogares son santuario de la gloria de Dios. El quinto imperativo aplica a nuestras casas, pues son santuarios donde Dios se mueve con libertad: “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza”. Una cosa es entrar a nuestras casas renegando por los problemas y circunstancias difíciles de nuestro entorno y otra es cuando antes de entrar llenamos nuestra boca, corazón y espíritu de alabanzas y gratitud porque reconocemos que Dios está presente con sus bendiciones. No somos los mismos cuando alabamos a Dios que cuando renegamos. Cuando hay alabanzas a Dios en su casa las demás comunicaciones son más gratas, edificantes y solidarias.

El sexto imperativo es breve, pero clave: “Alabadle”. Es importante reconocer a Dios en la abundancia, como en la escasez; en la cuarentena como en el cotidianidad. Séptimo imperativo: “Bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia y su verdad por todas las generaciones”. Como también dice el Salmo 103: “Bendice, alma mía, a Jehová y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios”.

En los días por venir recordemos que estamos dentro del santuario y en la presencia de Dios. Reconozcamos todas sus bendiciones y vivamos en el poder del resucitado. Presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es nuestro culto racional. Y lejos de conformarnos a este mundo, seamos transformados mediante la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos cuál sea la buena voluntad de Dios, que es agradable y perfecta. Seamos desde el santuario del hogar el pueblo que se Inspira en la Palabra, Ama como Cristo y Sirve en Espíritu y en Verdad. 

¡Que así nos bendiga el Señor!

Rvdo. Miguel A. Morales Castro

Pastor General ICDCPR