¿Con quién compartes tu fe?

3 de diciembre de 2016

1 Tesalonicenses 1

Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, y los recordamos en nuestras oraciones.  Continuamente recordamos qué activa ha sido su fe, qué servicial su amor, y qué fuerte en los sufrimientos su esperanza en nuestro Señor Jesucristo, delante de nuestro Dios y Padre. (1 Tesalonicenses 1.2-3)

Yérameel, un niño de nuestra iglesia, cumpliendo con la gran comisión y respondiendo a la encomienda de su maestra de escuela bíblica, invitó a un amigo al culto.  La madre del niño invitado se acercó a Yérameel y le preguntó cuál era su iglesia.  Él le respondió, “Mi iglesia es la más feliz del pueblo”.  La madre, asombrada por la respuesta del niño, se comprometió a responder a la invitación.

¡Aleluya!  Doy gracias a Dios por la Iglesia, que, a través de la gracia del Señor, puede ser de bendición al mundo.  ¡Demos Gloria a Dios!  Porque la niñez testifica que ser parte del cuerpo de Cristo, trae felicidad.  ¡Gracias por mis hermanos y hermanas!  Así comienza Pablo la carta de Tesalonicenses, con palabras de acción de gracias por la familia de fe.

Una iglesia debe presentar rasgos que evidencien la obra de una fe activa.  Así era la iglesia de Tesalónica, la cual Pablo utilizó como ejemplo.  Él señala tres grandes virtudes bíblicas que modelaron los tesalonicenses, como la fe, el amor y la esperanza.  Estas son las características permanentes, perdurables y eternas de la vida cristiana.  Y aunque estas palabras, parecen muy abstractas, se manifiesta de forma concreta en testimonios como el de Yérameel, un niño que desea compartir la felicidad del evangelio.  Es aquí donde observamos la obra de nuestra fe, el trabajo de nuestro amor y nuestra constancia en la esperanza.  ¡Debemos ser una iglesia marcada por el amor y el gozo que solo puede dar Cristo!

La obra de Dios en nosotros produce esperanza.  El Dios vivo y verdadero es la esperanza feliz para el mundo.

En esta época navideña, en la cual celebramos el nacimiento de Cristo en nuestros corazones, compartamos las buenas nuevas de fe, amor y esperanza.  Sigamos el ejemplo de Yérameel, este niño que se convierte en un ejemplo a seguir, así como lo fue la iglesia de Tesalónica.

¿Con quién compartes tu fe?  ¡Habla de Cristo en esta Navidad!

 

Oración

Señor respondemos a Tu llamado y nos colocamos en Tus manos para que nos uses.  Capacítanos para poder compartir las buenas nuevas de salvación, amor y esperanza.  Y que sea Tu Espíritu Santo el que complete la obra.  Así no ayude Dios.  Amén.

Autor: Gina Marrero