Ciudadanía celestial

24 de agosto de 2016

Hechos 22.22-23.11

«El comandante le dijo: A mí me costó mucho dinero hacerme ciudadano romano. Y Pablo respondió: Pues yo lo soy de nacimiento» (Hechos 22. 28 DHH).

 

El empresario, oriundo de Vietnam, no podía creer que mi hija había tomado un avión, junto a su familia, y se integró “al otro día” a la vida en los EUA.  Desde luego, él desconoce nuestra relación política y el hecho de que somos ciudadanos desde el 1917, por disposición de ley.  Lo que para él significaba tiempo, trámites y dinero, para ella era dado al nacer.

Ante el vejamen injusto del que fue objeto, Pablo sacó a relucir que era un ciudadano romano por nacimiento y con derechos.  Su captor, lo era por dinero… Implicaba una gran diferencia.

Los cristianos ostentamos y proclamamos una ciudadanía celestial.  La misma está disponible para todos los humanos.  Pero no se puede comprar con dinero.  Es posible obtenerla por el regalo, a través del sacrificio de Cristo en la cruz.

Ser ciudadano del país donde uno quiere vivir es importante.  Facilita la vida.  Esto se comprueba por la dificultad que tienen, ahora mismo, miles de refugiados buscando asilo en países de Europa, persiguiendo un sueño y una nueva vida.

¿Eres ciudadano del reino celestial?  Si lo eres, estás autorizado a disfrutar, cada día, las bendiciones de serlo y cumplir las responsabilidades que conlleva.  Somos la patrulla de frontera, no para evitar la entrada, sino para animar a muchos más a que entren al reino de Dios.

Si aún no lo eres, hoy es el día para recibir esa ciudadanía celestial.

 

Oración

Gracias Señor por darnos el derecho de pertenecer al reino celestial.  Queremos aprovechar toda oportunidad para que otros reciban ese hermoso regalo tuyo.  Por el poder de Cristo, amén.

Autor: Rvda. Patria Rivera