Si tú hablas yo te escucho, si me permites podrás escucharme tu también…

Noviembre 2016 /Semana 12

 “Si tú hablas yo te escucho, si me permites podrás escucharme tu también…”

Texto bíblico – Salmo 85

“Escucharé lo que Dios el Señor va a decir; va a hablar de paz a su pueblo y sus santos, para que no caigan en la locura”.

Reflexión 

Diariamente vemos situaciones de conflicto, en muchas ocasiones el conflicto se enreda de tal manera que se pierde la oportunidad que teníamos de convertirlo en algo constructivo y con frecuencia termina siendo totalmente destructivo.  En el centro del asunto vemos con demasiada frecuencia que desde el comienzo no había voluntad de escuchar.  Pero, necesitamos aprender a escucharnos unos a otros y otras.  A veces no podemos perdonar la totalidad de un asunto porque desde el principio no escuchamos, y, por lo tanto, no podemos entender al otro o la otra, y nos quedamos con nuestra percepción incompleta del asunto.  Estamos tan ocupados en gritar lo que pensamos o lo que creemos, que no sacamos tiempo para escuchar.  Incluso, cuando parece que estuviéramos escuchando, porque estamos callados en una conversación, en realidad estamos pensando en lo que vamos a decir cuando nos toque hablar y no estamos escuchando bien al otro o la otra.  Escuché en una ocasión a una persona que me dijo que Dios nos había dado dos orejas y una sola boca para que escucháramos el doble de lo que hablamos.  Esto debe ser así con nuestros semejantes y más aun con nuestro Dios.  El salmista nos invita a escuchar lo que Dios, el Señor, nos va a decir.  Nos recuerda que en Dios tendremos palabras de paz.  La misma invitación podemos parafrasearla para con nuestro prójimo y así proponernos: “escucharé lo que mi hermano y mi hermana van a decir, al ellos y ellas hablar y yo poder escucharles, estaremos construyendo la paz, podremos entendernos mejor y de esta forma no caeremos en la locura…”.  Este es el tiempo de escucharnos unos a otros, el tiempo de escuchar a quienes hemos mantenido en silencio, a quienes indirectamente hemos tapado sus bocas y hemos cerrado nuestros oídos.  Este es el tiempo de buscar entendimiento y perdón mutuos, de amarnos unos a otros como Dios nos ama.

 

Cántico

Quiero escuchar Tu dulce voz, rompiendo el silencio en mi ser,

Sé que me haría estremecer, me haría llorar o reír y caería rendido ante Ti.

Y no podría estar ante Ti escuchándote hablar sin llorar como un niño

Y pasaría el tiempo así, sin querer nada más, nada más que escucharte hablar.

 

Oración

Amado Dios, hoy Te escucho… quiero aprender a escucharte mejor cada día.  Ayúdame a acallar otras voces para escucharte con todo mi corazón.  Ayúdame a escuchar a mi hermano y mi hermana.  Y que en este proceso aprendamos, perdonemos, agradezcamos y nos unamos más en Ti.  En el Nombre de Jesús.  Amén.

 

Oportunidad de la semana

Imagínate que solamente pudiéramos hablar si tuviéramos “créditos” para hacerlo.  Y esos créditos fueran momentos en que hemos escuchado con sinceridad y con intencionalidad.  ¿A quiénes he escuchado con el corazón esta semana?  ¿A quiénes no he querido escuchar?  ¿He escuchado a Dios?  ¿A mis padres?  ¿A mis hermanos?  Intenta escuchar el doble de lo que hablas y escribe en un diario cuan fácil se te ha hecho.