Altar familiar – 21 de mayo

Rvdo. José Matos Hernández

Pastor ICDC Sonadora

Región 2

Cuando nos abracemos de nuevo

Lectura de gratitud y afirmación en el Salmo 24.1-5

1De Jehová es la tierra y su plenitud;
    El mundo, y los que en él habitan.

2 Porque él la fundó sobre los mares,
Y la afirmó sobre los ríos.

3 ¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y quién estará en su lugar santo?

4 El limpio de manos y puro de corazón;
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
Ni jurado con engaño.

5 El recibirá bendición de Jehová,
Y justicia del Dios de salvación.

Oración manifestando que el limpio de manos y corazón recibirán bendición de nuestro Dios.

Entonemos el cántico: “La paz de Dios”

// La paz de Dios, la paz de Dios

Sea contigo, mi hermano//

Y sentirás la paz de Dios,

Estrechándote la mano

Y sentirás a paz de Dios,

Regalándote un abrazo

Y sentirás la paz de Dios,

compartiendo calor humano. 

Lectura Bíblica en Lucas 15.18- 21 (NTV)

18 Volveré a la casa de mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de que me llamen tu hijo. Te ruego que me contrates como jornalero’”. 20 Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó. 21 Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu hijo”.

Meditación: Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó. 

Así recibió el Padre a su hijo perdido. Así me imagino que nos recibe nuestro Señor en estos tiempos de confinamiento y pandemia. 

Este espacio de confinamiento y pandemia me ha puesto a reflexionar en aquellas cosas que pasamos desapercibidas por el ajetreo de la vida y posiblemente no le damos el valor como debería ser. Necesito de los abrazos de mi gente.

El abrazo es una de las grandes restricciones en estos tiempos de pandemia. El abrazo se ha convertido en un arma peligrosa. Un simple abrazo, podría causarte la muerte, aunque nos estamos muriendo por dentro por ese calor humano que necesitamos continuamente, para darnos fuerzas y sentirnos mimados.  

A veces tengo miedo de que los abrazos pasen a un segundo plano, que lo restrinjamos tanto, que el abrazo pase a hacer una cosa efímera. Nos encontramos desmoralizados, sobrios de afecto, probablemente así se encontraba el hijo perdido al encuentro con su padre en el camino. 

Les recuerdo que fue el padre que lo divisa de lejos y toma la iniciativa de llegar a donde él se encuentra para besarlo y abrazarlo. En este caminar de un mar de dudas, Dios nos recuerda que va hasta nuestro encuentro, para mimarnos. Dios te bendiga hijo e hija mía.

Perdernos con nuestro Dios en el abrazo eterno y beso sincero que nos da Él, es el gesto de bendición más hermoso que yo me puedo imaginar. 

Entonemos el cántico: “Es tan bueno estar en las manos de mi Señor”

(https://youtu.be/LH98gmVgL1E)

// Es tan bueno estar en las manos de mi Señor //

Es tan bueno estar en las siempre amantes manos de mi Dios

Es tan bueno estar en las manos del Señor

Oración: Dios del abrazo eterno, que con tus manos diseñas e edificas esperanza para tu pueblo. Nos presentamos humildes ante tu presencia, buscando tu perdón y restauración. 

Abrázanos, Señor, porque te necesitamos. Imploramos tu ayuda para poder afrontar la puerta estrecha. Enséñame tus caminos, oh Señor, para que vivamos de acuerdo con tu verdad. Concédenos pureza de corazón para que te honremos. En el nombre de Jesús, tu hijo amado hemos orado. Amén.