Acompañamiento

21 de junio de 2017

Rut

 

«Booz le respondió: — He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre, y la tierra donde naciste, para venir a un pueblo que no conocías.  Que Jehová te recompense por ello, y que recibas tu premio de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte».  Rut 2.11-12 (RV95)

En el libro vemos tres mujeres viudas que están en duelo, son pobres, sin hijos y desprovistas de un varón que las sustente como exigía el orden socio-cultural de los jueces en la historia de Israel (Rut 1.1).  Una de ellas, Orfa vuelve a la casa de su padre.  Otra, Rut, decide acompañar a Noemí, dejando su pueblo, sus dioses, su familia y su posibilidad de casarse con un moabita.  Ella sabe el probable costo de ello: la discriminación por ser extranjera, mujer, pobre y tendría que trabajar duro para vivir.  En amor, compasión y solidaridad a Noemí va a Belén, ahora Jehová será su Dios (Rut 1.16-17).  Noemí está en estado profundo de tristeza, lo demuestra al pedir que la llamen Mara (amargura) expresando que “Jehová la había afligido y llenado de amargura” (Rut 1.20-21).

En Belén luchan por sobrevivir, Rut recoge espigas en el campo de Booz de lo que cae al suelo de los criados.  Esto se dejaba para los extranjeros y los más pobres (Lv 19.9-10; 23.22; 25.11), como un acto de misericordia y acompañamiento de parte de Dios, ley que debían cumplir.  Booz ve las acciones de Rut, se da cuenta de su corazón desprendido y sus virtudes.  La protege y al final decide casarse con Rut dándole un hijo para hacer que su esposo muerto tuviera descendencia y su recuerdo no fuera raído de la tierra (Rut 3.13; 4.4, ley del levirato).  Ese niño (Obed) sería el abuelo del rey David.  Rut estaría en la genealogía del verdadero Mesías, Jesús (Mt 1.5).

Toda pérdida trae tristeza, las decisiones importantes generan temor, comenzar de nuevo puede producir ansiedad, el dolor puede llevar a victimizarnos (como Noemí) echando la culpa a Dios cuando no es así.  El llamado es a superar todo esto, a seguir adelante y no perder la esperanza.  ¡Qué bueno cuando hay gente que nos ayuda!, como gente de Dios estamos llamados a acompañar.  Pero si de momento no ves a nadie, recuerda que el Señor te ama y te acompañará.  Sé fiel a Dios y verás.

Oración

Padre nuestro, gracias por Tu continua presencia.  Permite que en los momentos duros y difíciles no se nos olvide Tu promesa de que “Tú estarás con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.  Amén (Mt 28.b).